Cuando eres el póker: ¿Vas de farol o apuestas por ti?

Hace unos días, durante una conversación con personas que significan mucho para mí, surgieron reflexiones que me encantaron. Hablamos de la vida, de los cambios, de lo que realmente queremos... Y esa charla me inspiró a escribir esta entrada.

Carta de Póker

A veces, la vida nos pone frente a una baraja de emociones y decisiones, y, sin saber cómo, acabamos siendo el póker. Ese momento en el que, por fin, te escuchas. No solo el ruido de tus pensamientos, sino esa voz clara que te dice lo que realmente deseas. Y cuando la verbalizas, especialmente esas primeras veces, te encuentras preguntándote: ¿Es verdad esto que estoy diciendo o voy de farol?

Decir en voz alta que quieres cambiar de trabajo, mudarte a otro lugar o probar algo completamente nuevo puede sentirse como mostrar tus cartas en la mesa. Es vulnerable y valiente. Y, sobre todo, es el primer paso para hacer realidad lo que deseas.

¿Crisis o despertar?

Es curioso cómo solemos llamar “crisis” a esos momentos en los que nos damos cuenta de que no sabemos exactamente qué queremos, pero sabemos que queremos algo diferente. Y, sin embargo, estas “crisis” suelen ser un regalo disfrazado. Son un llamado a salir de nuestra zona de confort, a cuestionar lo que hemos dado por sentado y a explorar lo desconocido.

En algunas ocasiones, ese cambio de mentalidad puede hacerte sentir como si ya no encajaras en tu entorno. Tus intereses, tus metas, e incluso tu forma de ver la vida, han evolucionado, mientras quienes te rodean permanecen en el mismo lugar. De repente, parece que eres la rara, la que “ha cambiado”. Y aunque prefieras no hablar para evitar explicaciones, esa sensación es la señal de que has dado un paso hacia adelante, hacia tu propia evolución. Es incómodo, pero también necesario.

La verdad es que la vida está en constante cambio. Nuestro entorno evoluciona, y nosotros también. Lo que nos hacía felices hace unos años puede que ya no lo haga hoy, y eso está bien. Negarnos a aceptar esta evolución es como aferrarnos a una carta que ya no encaja en nuestra mano.

Cuando no cambias, también estás eligiendo

Uno de los aprendizajes más duros es que, cuando algo no nos gusta, pero no lo cambiamos, en realidad lo estamos eligiendo. No hacer nada también es una decisión. Y esa decisión tiene un precio: el de la insatisfacción constante, el de la monotonía, el de renunciar a nuestro potencial.

Hacer cambios da miedo, sí. Es como apostar alto en una partida donde no sabes cuál será el siguiente movimiento. Pero también es liberador. Porque al atrevernos a cambiar aquello que ya no nos hace felices, nos damos la oportunidad de descubrir algo nuevo. Algo mejor.

Persona caminando por la arena.

¡Atrévete a intentarlo!

No importa si decides abandonar un trabajo, tomarte un año sabático o dedicarte por fin a esos proyectos que siempre has tenido en mente. Si tienes la posibilidad de hacerlo porque tus obligaciones y situación económica te lo permiten, ¿A qué esperas?

Y si las circunstancias no son tan ideales, no te desanimes. Tal vez necesitas mantener tu trabajo actual para ganar dinero, pero eso no significa que no puedas avanzar hacia tu meta. Usa tus momentos libres para formarte, investigar, dar pequeños pasos encaminados a ese cambio. Porque cada acción, por más pequeña que parezca, te está acercando a ese cambio que deseas.

La vida no espera

La rutina es cómoda, pero también puede ser una trampa. Nos convence de que siempre habrá tiempo para hacer lo que realmente queremos. Pero la vida no espera. Y nosotros tampoco deberíamos hacerlo.

Así que escucha esa voz interior. Haz caso a esas ganas de cambio. Y, sobre todo, atrévete a mostrar tus cartas, incluso cuando no tengas claro si vas a ganar. Porque, al final, lo importante no es la partida, sino el hecho de jugarla.

Y recuerda: cada paso que des, por pequeño que sea, es una apuesta por ti misma.

¿Y tú, qué cartas estás sujetando ahora mismo? Si te apetece, déjame un comentario, ya sabes que siempre me encanta leerte :)